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Existe la idea común de que los niños con altas capacidades no requieren apoyos educativos especiales, sino todo lo contrario. Se piensa que aprenden de manera autónoma, que son “los más inteligentes de la clase” y que no necesitan ninguna atención adicional, ya que supuestamente están por delante de sus compañeros.
En realidad, esta idea es completamente equivocada, porque los niños con altas capacidades presentan igual o incluso mayor necesidad de apoyo que los niños con un coeficiente intelectual promedio. Su perfil se incluye dentro de las necesidades educativas específicas que requieren atención y adaptación.
No significa que un niño con altas capacidades deba ser tratado de manera distinta al resto. Es fundamental que sea considerado y tratado como cualquier otro niño, permitiéndole relacionarse y hacer amigos de manera natural, sin imponerle un trato de adulto ni especial, ya que esto podría generar problemas como una autoexigencia destructiva. Además, etiquetarlo como “el listo de la clase” puede fomentar una autoimagen rígida y perfeccionista que dificulte equivocarse o pedir ayuda cuando lo necesita.
Tener altas capacidades intelectuales no equivale a ser un “niño superdotado”, un término que resulta impreciso y que suele crear expectativas poco realistas. Estos niños pueden destacar en áreas muy diversas: lógico-matemática, verbal, musical, artística, motriz, o incluso en varias al mismo tiempo. Lo que comparten es una manera diferente de aprender y de percibir el mundo: suelen pensar con rapidez, sentir intensamente y cuestionar de forma profunda.
Algunos rasgos comunes en niños con altas capacidades incluyen creatividad elevada, aprendizaje precoz de la lectura y escritura, razonamiento lógico y abstracto, agilidad en la adquisición de conocimientos, gran sensibilidad emocional y tendencia al perfeccionismo. No obstante, esta aparente facilidad para aprender no significa que no necesiten apoyo; de hecho, muchas veces lo requieren tanto o más que otros alumnos. Pueden mostrar curiosidad, capacidad de análisis y sensibilidad, pero también experimentar frustración intensa, aburrimiento en clase o desmotivación escolar. El perfeccionismo puede derivar en una autoexigencia excesiva que les frustra cuando algo no sale como esperan, y su rapidez para aprender puede traducirse en falta de interés o distracción si no se les proponen desafíos adecuados.
Es importante tener en cuenta que estas características son generales y orientativas. Cada niño con altas capacidades es único: no todos manifiestan los mismos rasgos ni con la misma intensidad, y no siempre destacan en todas las áreas por igual. Por ello, requieren un acompañamiento personalizado y flexible.
Estos niños también presentan Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (NEAE) dentro del marco de la educación inclusiva, aunque su atención aún es desigual en muchos centros escolares. Algunas estrategias para favorecer su desarrollo en el aula incluyen programas de enriquecimiento que profundicen y amplíen los contenidos, flexibilidad curricular (ajustando el ritmo sin aislarlos), retos motivadores, trabajo explícito en habilidades emocionales y sociales, y evitar segregaciones o tratos especiales que los distancien del grupo.
Todas estas medidas necesitan formación específica del profesorado, para comprender su perfil y responder a sus necesidades sin generar estereotipos ni comprometer su bienestar.
Un niño con altas capacidades no es un adulto en miniatura ni está libre de las complejidades emocionales propias de su edad. Necesita un equilibrio constante: retos intelectuales junto con tiempo de descanso, y un camino hacia la autonomía basado en un apoyo firme. Lo más importante es ser comprendido, más allá de ser simplemente reconocido.
Acompañarlo no se limita a ofrecerle contenidos complejos; implica también cuidar su bienestar emocional: enseñarle a manejar la frustración, fortalecer su autoestima y, sobre todo, respetar su niñez.
Cuando su desarrollo es bien acompañado, las altas capacidades dejan de ser un desafío y se convierten en una oportunidad para crecer plenamente.


